1.-
Relajación físico-mental. Posición cómoda y relajada,
con el tronco erguido en la forma apropiada para meditar. Llevar la atención
por el cuerpo físico, como si la respiración se trasladase a donde la atención
se fija en el cuerpo, produciendo la inhalación una mayor sensibilidad, y la
relajación en la misma zona una sensación clara de mayor distensión. Notar los
brazos, piernas, tronco y cuello; y en la cabeza, mentón, mejillas, lengua,
garganta, ojos, frente, y finalmente
toda la cabeza.
2.- Alineamiento
inferior, tomando control de los cuerpos sutiles.
a)
Llevar
la atención por el cuerpo etérico, como visualizando una masa de
luz casi densa y palpable, como una neblina de color anaranjado. Apreciar que la atención mental es como un foco
de luz que ilumina más dicha masa por donde pasa. Mover lentamente el foco de
atención por todo el cuerpo, hasta asumir que se ha contactado con todo él y se
halla más iluminado.
Mueve la atención lentamente por la columna energética de arriba abajo y de abajo arriba, sabiendo que
es la zona para el asiento formal de la propia conciencia, desde donde rige,
vive su autenticidad, y nada le afecta.
Desde el entrecejo asume que contactas y dominas sobre toda la masa a un
tiempo. Puedes pronunciar: “Esta masa
etérica con la que contacto es la de mi cuerpo etérico; se me ha dado para que
pueda realizar rectas acciones, y para eso lo utilizaré yo en adelante”.
Disfruta el tiempo que quieras de
esta constatación.
b)
Ahora
lleva el foco de tu atención como un foco de luz por el cuerpo astral, sabiendo que está hecho de una masa más sutil, que
es más amplio, y sobrepasa al físico unos diez o quince centímetros por todas
partes. Puedes visualizarlo de color
rosa, que representa la disposición
de amar sincera e incondicionalmente a todos. Conforme pasas y repasas por
él, visualízalo más luminoso y radiante, y que con ese contacto consciente se
te somete.
Muévete por la columna
del mismo modo que antes.
Y desde el centro del entrecejo extiende tu conciencia por
todo él, al tiempo que puedes afirmar: “Este
cuerpo astral es mío, se me ha dado para expresar por su medio amor
incondicional a todos, como vivencia paralela a la de Unidad de la que
todos somos expresión. Para eso lo
quiero yo y para eso lo usaré en adelante”.
Disfruta el tiempo que quieras de
esta experiencia.
c)
Ahora
lleva el foco de luz de tu atención por la masa material de tu cuerpo mental. Es más sutil y más
amplio, tiene forma ovoidal y es de
color dorado, con su zona más amplia en torno a la cabeza, en un radio como
de entre treinta a cincuenta centímetros.
Tras haber contactado con toda su masa, iluminándola en la misma forma que lo has hecho con los cuerpos
anteriores, muévete por su columna
energética lentamente para fortalecer la tendencia de la conciencia a asentarse
en ella.
Sitúa la conciencia en la raíz del entrecejo y afirma: “Esta masa que he contactado y que
subordino es mía. Se me ha dado para expresar con pensamientos la verdad que
capte intuitivamente en los planos mentales superiores; para eso lo utilizaré
yo en adelante, y también para conocer lo que capten y me trasmitan los demás”.
Disfruta el tiempo que quieras de
esta experiencia
3.- Asienta tu presencia en la raíz del centro
del entrecejo, asumiendo la conciencia de poder sobre los tres cuerpos, poniéndolos bajo tu control
integrador. Realiza cuatro respiraciones
reafirmando la propia experiencia de
poder integrador estando en el entrecejo: 1 “Yo decido sobre qué pensar” (visualizar y mantener la
atención y sensibilidad en toda la masa del cuerpo mental), 2 “Yo decido sobre qué sentir”
(visualizar y mantener la atención y sensibilidad en toda la masa del cuerpo
astral), 3 “Yo decido qué hacer”
(visualizar y mantener la atención y sensibilidad en toda la masa del cuerpo
etérico).
Y asumiendo los tres al mismo tiempo y viéndolos
radiantes, luminosos y armónicos: 4 “Yo soy la conciencia personal que los
integra y obra con poder sobre los tres”.
4.- Apreciar que la zona del centro del entrecejo está radiante y produce una
estado vibrante en la frente. Desde la zona de delante de la frente donde está
abierto el centro del entrecejo, visualizar un canal por el que
la luz de la personalidad fluye a la glándula hipófisis que vierte sus
hormonas a la sangre, para beneficio de todo el organismo, afectando
directamente con su vibración a la zona
de los ojos.
5.- Asume la realidad de la conciencia superior, el YO supermental. Visualízalo
simbólicamente como una blanca luz
arriba de la cabeza.
Traslada la experiencia de conciencia personal
lúcida en el entrecejo al reconocimiento
del verdadero YO, arriba de la cabeza con igual realismo. Mantente en él
unos instantes.
6.- Realiza un acto de total e incondicional consagración de la personalidad al Yo
superior: “Tú eres mi verdadero yo, y yo
soy tu instrumento. Sólo tengo sentido al atenerme a tu criterio, a la recta
conciencia. A ti me consagro sincera y profundamente, de modo incondicional y
para siempre”.
Guarda silencio por unos instantes.
Asume que en
respuesta a dicha consagración incondicional, el Yo superior o alma emite OM,
y que su poder radiante produce un efecto
magnético en la conciencia personal,
de modo que estando en total pasividad se
eleva arriba de la cabeza en un estado de fusión con el alma. Emite el OM.
Como resultado, aprecia en la
conciencia una lucidez mucho más rica,
serena, central y constante, estando la conciencia personal en absoluta pasividad;
es indicativo de que el cuerpo mental se halla iluminado. Mantente el tiempo
que quieras en esta experiencia.
7.- Extiende un canal de luz desde
arriba de la cabeza donde está abierto el centro coronario, hasta la glándula
pineal. Asume que la energía fluye
por la zona superior del cerebro y que la glándula vierte sus hormonas a la
sangre, para beneficio de todo el organismo.
8.- Al tiempo que persiste el estado de fusión del alma y la personalidad,
debido a que la consagración se mantiene y la irradiación del OM también, vive
ambos estados de conciencia cada uno en su propio centro o chakra: alma, en el coronario;
personalidad, en el entrecejo..
Visualiza que los centros se hacen más grandes y radiantes, y que se forma una
zona conjunta más brillante dentro de la cabeza, en donde se interpenetran
ambas esferas de luz radiante. Es una zona especialmente magnética.
Nota que la luz del entrecejo es más grande y luminosa que antes, porque ahora
el yo personal está iluminado por la luz del alma, debido a la fusión.
Permanece en dicha
zona viviendo la fusión.
9.- Estando en dicha zona considera que tanta
irradiación es debida a la energía de la
vida que te llega directa y expresamente desde su ámbito infinito hasta el corazón como un propósito definido.
Y que la lucidez
tan notoria se debe a que la luz de la Inteligencia
espiritual te llega directa y expresamente por el canal por el que el alma
te lo trasmite desde su propio plano hasta la zona de la glándula pineal.
10.- Mientras te encuentras siendo conciencia
viva y luminosa, visualiza que todo es
energía, y que todos los seres tenemos un centro que nos mantiene vivos y
radiantes, como participes de la energía Una, y que hasta los átomos tienen
un comportamiento revelador de que tienen
en cuenta sus partes integrantes más la impresión exterior. Hasta los átomos
físicos tienen luz, las moléculas, las proteínas, los organismos, los
minerales, vegetales, animales y humanos; todo
lo que ahora te rodea es de luz de conocer y luz de vida.
Estando en la zona
intermedia de luz conjunta, contempla que todos los seres irradian luz y son
presencia viva de lo superior, espiritual o divino.
12.- Visualiza
tu figura, viéndola cómo realiza este ejercicio con mucho interés y agrado,
y como, a consecuencia de ello, le resulta cada
vez más fácil tener esa visión intuitiva del mundo. Mantén la expectativa
de que, de ese modo, se acerca el momento en que los ojos físicos verán la luz
que hay en todas las cosas, gozando de la visión etérica. Adelántate imaginando
“como si” ya las vieses dicha luz.
13.- Aprecia la experiencia de tu conciencia fusionada,
alma-personalidad: cómo está plena y radiante en medio de un entorno igualmente
radiante y sintónico contigo, dado que todo es expresión de la misma
Realidad.
Lleva especialmente tu
atención sensible a los ojos, llenos de luz etérica, con mayor luz ahora,
añadida por la plenitud interna y externa. Observa cómo en ellos no hay tensión
mental ni emocional.
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