miércoles, 10 de junio de 2015

LAS TRES IRRADIACIONES DEL MAESTRO AL DISCÍPULO. LA DEL AMOR.



LAS TRES IRRADIACIONES DEL MAESTRO AL DISCÍPULO. LA DEL  AMOR.
De las tres irradiaciones que emite el Maestro en su alto nivel espiritual, la primera que nos llega es la de la inteligencia. Es así porque nuestra conciencia superior, el alma, esta constituida de sustancia mental pura (capaz por ello de percibir con toda nitidez que es una proyección viva de la Inteligencia espiritual) y en el mismo contacto del plano mental con el cuerpo mental de su instrumento, la personalidad.
Pero la cualidad central del alma es la del amor. El alma, por medio de su conocimiento intuitivo o de identidad, evidencia que es una con la Realidad Una; por tanto ve la Unidad en todos los seres. Cuando nosotros logramos, por nuestra firme consagración al alma, una total fusión con ella, alcanzamos a ver la Realidad Una con el “ojo de la visión”, es decir, con el ojo del alma; es decir, con la visión intuitiva de que todo es Unidad.
Cuando en su manifestación la Realidad espiritual se sumerge en la materia, que para nosotros en su traducción más abstracta es el espacio, esa reafirmación o tendencia a afirmar la unidad que en todo está se convierte en un profundo amor. El amor más profundo es el amor del alma que traduce la evidencia de unidad en profundo magnetismo, profundo aprecio, profundo reconocimiento de la alta dignidad de cuantos tiene delante, sean seres humanos, animales, vegetales o minerales: dentro de ellos lo que realmente hay es la Realidad. Recordemos que la evidencia es que “sólo Ella es”. La traducción más simple del ejercicio de la Unidad dentro de la materia es la conciencia.
Todo campo integrado vital está obrando como un campo unido; a ese campo unido nosotros le llamamos conciencia. un átomo físico es un campo unido, y por tanto es una conciencia; una molécula es un campo unido, y por tanto es una conciencia; así igualmente es una conciencia la célula, y el órgano u organismo compuesto de células. Nosotros tenemos un cuerpo físico vivo, que se comporta como una conciencia; de su vitalidad se alimenta el campo unido que llamamos cuerpo astral, y por tanto es una conciencia; igual lo es el cuerpo mental. La personalidad es el campo que une las 4 conciencias, y como en este caso ya ha recibido la luz de la inteligencia, se convierte en un conciencia autoconsciente.
La tendencia a amar, al reconocimiento del campo unido existe desde nuestros primeros momentos: cuando el cuerpo vital vitaliza al cuerpo astral, el Maestro DK afirma que automáticamente el alma le envía su energía de amor. De ahí que nosotros tenemos un capacidad innata de amar por el hecho de estar activando el cuerpo astral. El sentimiento más profundo, constante y amplio de un ser humano es por tanto el del amor.
Como al principio el ámbito de reconocimiento de campo es muy limitado, solo nos amamos a nosotros mismos, a eso le llamamos egoísmo, aunque en realidad es innato amor. Conforme vamos aumentando en sensibilidad, vamos percibiendo sintonía con otros seres humanos, sea por familia, sea por amistad. De esta forma vamos extendiendo nuestro amor a los demás.
Al principio el amor es impuro: amamos por conveniencia, y eso es así porque prevalece todavía el amor a un mismo.
Cuando por la meditación y el servicio nos abrimos al plano del alma, el verdadero yo que somos, entonces la percepción intuitiva que tenemos de los demás nos lleva a amarlos porque son más y mejor de lo que ellos mismos se creen: los amamos porque son divinos, porque son la Realidad divina misma. Este es el amor que prodigan los Maestros: nos aman profundamente, sin pedir nada a cambio, con gran ternura, sensibilidad y desapego. Nunca despliegan el amor como un instrumento manipulativo.
El amor del alma hacia las conciencias que todavía no han alcanzado su nivel es de comprensión, compasión y paciencia. Comprensión porque saben claramente que en la profunda conciencia de los demás está la Presencia divina; compasión porque saben que la personalidad es conciencia sufriente que encara todo desde su constante carencia aunque irreal; y paciencia, porque tiene claro que le llegará el día ineludible en que descubrirá la verdad de la Unidad. Así pues la percepción de la Realidad de la Unidad mientras está en los planos de la materia es un profundo amor, suscitado por el alma, y, en un plano aún más elevado, por la Unidad misma.  
Amor y Unidad son lo mismo. Por eso podemos entender que el amor es indestructible y el mejor instrumento para suscitar el despertar de la conciencia a la Realidad. Podemos entender la importancia que tiene el poder vivir dentro del aura de amor del un Maestro.

lunes, 1 de junio de 2015

LAS TRES IRRADIACIONES DEL MAESTRO AL DISCÍPULO. LA DE LA INTELIGENCIA.



LAS TRES IRRADIACIONES DEL MAESTRO AL DISCÍPULO. LA DE LA INTELIGENCIA.

Consideramos el otro día la etapa ya muy avanzada del discípulo en el aura del Maestro. El aura del Maestro es dinámica, energía pura, es la energía misma del Logos planetario con el propósito de emplear los reinos del planeta como su campo de expresión. La energía del Maestro es ese propósito en total pureza, en el nivel previo a Su inmersión en la sustancia material. Si el discípulo está en el aura del Maestro, eso quiere decir que, aunque está en la materialidad, ha logrado tal sublimación de la materia, que ya no existe ninguna vibración involutiva en ella; ha logrado “el perfecto equilibrio”: la Realidad tiene la misma sutilidad antes y durante la inmersión en la materia.
Un Maestro no sólo transmite su irradiación al discípulo que está en Su aura. Él está irradiando constantemente su energía mediante una triple expresión, que va descendiendo, plano tras plano hasta afectar a cuantos nos sentimos en la mera conciencia personal. Como la Realidad cuando se expresa toma tres aspectos, los de Inteligencia, Amor y Voluntad, el Maestro -exponente puro de la Realidad-, nos emite tres irradiaciones correspondientes. La irradiación que emite va descendiendo por los tres planos que constituyen el ámbito en el que podemos vivir: el triple plano espiritual, el plano del alma con sus 3 cualidades, y el plano de la personalidad con su triple cuerpo de manifestación.
Vamos a fijarnos ahora en la primera irradiación, la de la Inteligencia. Para empezar digamos que la conexión de arriba abajo siempre está establecida, pero la personalidad precisa de muchas encarnaciones hasta llegar a reconocer la conexión. El primer reconocimiento por parte de la personalidad de la luz de la Inteligencia se da cuando se siente autoconsciente. La autoconciencia ocurre porque la mente personal hace suya la luz de la inteligencia del alma, luz o inteligencia supermental.  La persona atiende a esa fuente superior de inspiración por atención invocativa persistente para solucionar un problema o de forma clásica y ordinaria. por medio de la meditación.
Por la meditación continua la persona descubre que esa luz de la Inteligencia en el supermental tiene un valor mayor que el meramente funcional de servir para solucionar problemas; descubre que tiene valor por sí misma, que está siempre presente y que si persiste en estado meditativo podrá reconocerla continuamente. En la meditación la conciencia se orienta hacia el centro u origen de la Inteligencia, y de este modo se acerca a identificarse con la inteligencia en el plano espiritual, el plano supramental, del mismo modo que antes se ha identificado con la luz supermental, la luz del alma.
Ahora le llegan destellos intuitivos de lo que es la Inteligencia en sí. En esos destellos descubre que la dualidad yo-Inteligencia que percibo es una ilusión. Entonces descubre que todo es expresión de la Inteligencia creadora. Del mismo modo que antes creaba pensamientos dentro de su sustancia mental concreta, ahora advierte que todas las cosas son como pensamientos de la Inteligencia que es. Afirma “sólo Ella es”, o “sólo Yo-inteligencia soy”. La conciencia se ha sublimado y sólo queda la evidencia de que Yo soy la Inteligencia que se expresa. Como no hay dualidad, podemos entender fácilmente que en ese nivel se alcanza la identificación con el aura del Maestro.
Se ha llegado a lo que el Maestro DK como un atributo de la Sabiduría de los Maestros: la sublimación de la Inteligencia. Cuando se está en el nivel espiritual, todo se ve diferente: igual que no hay dualidad Inteligencia y yo, tampoco hay multiplicidad. Por tanto, si ya no hay personas ni cosas ¿quién se relaciona con quien o con que?
La personalidad y el alma están ahí, pero dentro sólo hay la misma Inteligencia creadora. Cuando la fusión con el alma es fuerte y profunda, entonces somos capaces de ver con “el ojo de la visión”: vemos que todo es expresión de la Inteligencia espiritual. El séptimo atributo de la Sabiduría se refiere a la “respuesta intelectual al contacto”. Continúa el mundo de las relaciones, pero queda velado quién responde a quien. Es como cuando la conciencia personal se choca las manos, ¿quién choca a quien? Para la Inteligencia las cosas son sus manos, y Ella es quien se choca las manos. Conforme seguimos ascendemos el camino, nos acercamos a identificarnos con el aura del Maestro. Él es la Inteligencia, nosotros la Inteligencia, y su intuitiva nos llega porque el Maestro nos irradia la energía de Inteligencia.