Hasta ahora
el cometido del blog se ha destacado por una predominante presentación teórica
de las formas, niveles y tipos de energía que podemos irradiar. Para muchos ha
sido por ello sólo relativamente radiante, por la relativa atracción que suscita
lo teórico en la conciencia.
De modo que
lo mejor es que, si queremos irradiar, haciendo bueno el dicho oriental de que “hablando
no se cuece el arroz”, empecemos a hacerlo. Y como la fuente de toda
irradiación es la conciencia superior, el alma, lo mejor es que empecemos a
meditar de modo sistemático. Por eso presentó dos consideraciones: una, sobre
como meditar y la otra sobre cómo eliminar distracciones en la meditación.
COMO MEDITAR.
Si podemos seguir
una serie de consejos, la calidad de nuestra meditación puede mejorar
sensiblemente.
Primero, elegir el lugar
más apropiado, el más silencioso, el que ofrezca menos y pueda utilizarse todos
los días. Lo sugerente sería una parte
de la casa reservada sólo para meditar, pero a veces es difícil de
conseguir. No debe ser a costa de
restricciones que impongamos a los demás miembros de la familia, que
ordinariamente la necesitan para otros usos.
Hay quienes encuentran
ayuda en encender palitos aromáticos.
Estos suelen realizar para que tengan una duración establecida; así puede
apreciarse, por el fragmento consumido, el tiempo transcurrido en meditación
sin necesidad de mirar al reloj.
Aunque no hay
necesidad de cambiar de vestimenta, se puede optar por colocarse encima
una holgada prenda blanca y específica
para meditar. Este ritual facilita un nuevo
estado psico-ambiental
Es conveniente consensuar con los familiares que
durante el tiempo estricto de meditación
no requieran dicho espacio para otros menesteres. Por supuesto, desconectar el teléfono
móvil y avisar a aquellos con quienes se ser suele contactar telefónicamente
con frecuencia, que no llamen entonces. Si es posible, pedir a los familiares
que no usar la televisión y la radio durante este tiempo o excucharla
con menor volumen sonoro. Favorece mucho
un entorno silencioso. La habitación
elegida podría ser la más alejada del ruido exterior.
No
obstante las mayores dificultades el
meditador las encuentra en su interior.
Una parte de sí mismo quizá tenga resistencia a meditar. Un motivo puede ser el rechazo a realizar
cualquier esfuerzo programado. A la
mente se le exige ahora atención activa y sostenida durante la meditación, y
eso para algunas personas puede ser un esfuerzo extraordinario. Hay quienes se desenvuelven muy bien en un
clima emocional, pero encuentran la mente árida, demasiado rectilínea, y
exigiendo dosis de concentración que nunca han realizado. La mente no ha estado
bastante trabajada y ahora se exige activarla.
Puede
haber un rechazo, desagrado o aversión amagados en el subconsciente,
afectado por el cambio de visión y los nuevos valores que van apareciendo. Hay cierta resistencia al cambio por
parte de la materia de que estamos hechos.
Nuestra materia emocional no gusta cambiar unos gustos establecidos por
otros objetivos que quieren ocupar su lugar, y que de momento cuentan con poco
potencial y atractivo-satisfacción como para inclinarnos hacia ellos.
Cuanto
más cultivemos el atractivo por la meditación, mejor meditaremos. Así que, frente a ese oculto desagrado o
aversión, podemos activar expresamente el gusto por meditar, pensando en
los muchos beneficios que nos aportará.
Podemos recalcar las experiencias positivas que hayamos tenido en
meditaciones interiores
Supongamos
el caso de quien medita a las siete de la mañana, nada más despertar y
despejarse. Durante el día puede visualizar
su figura cómo, dentro de 18, 15 o 10 horas siguientes, volverá a meditar
muy a gusto. Está viendo a su figura meditando como si ya fuese mañana y afirma
con emoción expresa: "¡que bien,
sólo me faltan tantas horas para disfrutar meditando!", "¡preveo que
mañana la meditación me va salir muy bien"!. Así o con frases parecidas polariza su conciencia
a la meditación, sobre todo su cuerpo de emociones.
El
momento más apropiado para meditar
suele ser el de la mañana, aunque realmente es mejor aquel en que la
meditación puede hacerse siempre a la misma hora.
Por
la mañana se aconseja practicar la porque:
a)
la atmósfera mental del planeta está a esas horas menos cargada de
formas mentales distractivas, lo cual facilita concentrarse más pronto.
b)
El meditar no se enfrenta a problemas que al meditador se le presentarán
después y por tanto se encuentra con menos preocupaciones que le hayan de
distraer.
c)
La meditación da energía, y así quien medita
halla sentido y poder para sí y para sus programación. La meditación correcta
ahuyenta la depresión y aporta firmeza, confianza, seguridad y alegría.
d)
La meditación de noche suele debatirse entre cansancio, sueño y preocupaciones traídas
por los problemas del día; por eso es una hora poco aconsejable.
No se sugiere meditar con el
estómago lleno, para evitar la somnolencia típica. Si hay fiebre,
indisposición corporal o alguna enfermedad que reste ánimos, es mejor dejar de
meditar por lo que dure esta situación.
El principiante ha
de ser disciplinado y regular en su meditación. Lo conveniente es que la meditación dure unos
15 a 20 minutos solamente, pues en esos momentos está sometiendo a sus
neuronas cerebrales a un estimulo de mayor potencial. Ellas se han de acostumbrar poco a poco a esa
nueva elevación vibratoria. Después de
la meditación no ha de haber ninguna sensación de dolor de cabeza, ninguna
señal de fatiga mental o de embotamiento que produzca cierta lentitud en
reacciones mentales; más bien habrá de percibir una sensación de lucidez y
serenidad mentales, mayor conciencia corporal; calma emocional y capacidad de
apertura a los demás.
Para que
la meditación se convierta en un hábito, considerarla ritual simbólico
a practicar sin excepciones. Cuando
haya excepción, meditar por lo menos un minuto al día, en el que se ocupa un
lugar, una posición determinada y expresando la intención de meditar. Esto
significa mantener una línea separadora entre la vida ordinaria y la que
ahora se emprende de modo consciente y formal; entre el vivir de viejos
esquemas, dando vueltas a la noria de la vida insatisfecha, y los nuevos
parajes de amplia visión, de mayor energía, irradiación, amor y expansión
inclusiva a los demás, salud, bienestar
Hemos de precavernos de las distracciones que ocupan tanto tiempo durante la meditación, que
insertan en su proceso contenidos que nada tienen que ver con ella.
¿Por qué nos vienen tantas
distracciones?
Las distracciones vienen:
1) Porque la
sustancia del cuerpo mental es sutil y resulta impresionable al mínimo estimuló mental que le
llegue. Los estímulos pueden ser
interiores o exteriores. Los pensamientos
son como nubes flotantes que, una vez pensadas, se mueven por el espacio
mental, afectadas por corrientes mentales que están en cierta sintonía con
ellas.
2) Porque nuestra sustancia
mental no la tenemos domesticada. La
mejor domesticación es el aumento de su polarización hacia algún objetivo que
se estime de interés: cuanto más radiante sea el objeto de interés, más
atracción ejercerá y mejor será la polarización hacia ella.
Hay
un método que se usa frecuentemente y que el Maestro. D.K. no recomienda porque es pernicioso. Se trata de bloquear todo movimiento
mental. De ello puede derivar el
embotamiento, la pérdida de agudeza y lucidez, la neurosis y la desvitalización
mental. Entonces la meditación resulta
inútil porque no produce ninguna mejora en nuestros niveles personales..
Para conseguir una
mente favorable a la meditación lo conveniente es vaciarla de las formas
mentales que actualmente pueda haber en ella. La decisión de nuestra voluntad
y la ayuda de la imaginación son de gran valor para ello. Imaginar que el cuerpo mental es un ámbito
con formas mentales en movimiento (recordemos que todo es energía y la energía
lo es cuando se mueve), y que con nuestra intención soplamos a las formas mentales
que ocupan el cuerpo mental, de modo que salen de él, dejándolo disponible y
receptivo para la entrada de las energías de la meditación.
3) Porque en
nuestro subconsciente existen problemas aún sin resolver y que requieren
solución. Todas las tareas inacabadas
que están en cabeza de lista de nuestra agenda nos pueden importunar. Algunas están muchos días y meses en nuestros
subconsciente porque tenemos miedo a enfrentarlas y por eso las postergamos sin
fin. Es imposible tener todos los
problemas resueltos antes de meditar, pero sí podemos formular una clara
decisión de que después de meditar los vamos a resolver.
Esto puede
significar ponernos en algún momento del día ante una mesa con papel y lápiz
para encarar el problema, cuándo, cómo, con qué medios, con qué apoyos, qué
etapas etc. configuran la solución del mismo.
Una vez le llegue a
nuestro subconsciente la información de que dicho problema está encontrando
salida, el mismo empieza a descargarse y a no producir pulsiones para la salida
del problema, de modo que nuestra conciencia se encontrará mejor.
Sucintamente al
menos se puede hacer una revisión del problema y afirmar interiormente que,
puesto que va a ser encarado y dada una solución; la decisión de resolverlo
podemos formularla afirmando que "problema encarado es problema
resuelto". Por tanto debemos
comenzar la meditación con nuestra decisión de que no tenemos ningún
problema, porque para todos los problemas hemos decidido formalmente darles
una solución. Cuando esta actitud se
mantiene firme, la conciencia se dispone a meditar con mucha más tranquilidad.
4) Muchas veces las
distracciones mentales se deben a nuestro cuerpo de apetencias, deseos,
intereses, rechazos, o tendencias abiertas sin vínculo alguno con objetos,
problemas o personas concretas. Esto
sucede cuando nuestra personalidad todavía no ha tomado su propia postura en la
vida.
Hay una etapa muy
larga en nuestra evolución en la que vivimos asilvestrados, a merced de
nuestros instintos, deseos e influjo de los demás. El entorno nos configura. Nos modelan las costumbres establecidas, a
veces tan efímeras como las modas de temporada; nos modelan los anuncios, las
formas de reaccionar de la mayoría que divulgan los medios de
comunicación. Los instintos nos imponen
el miedo como medio de prevención para la supervivencia a nivel físico y la
aceptación de los demás. El cuerpo es
adictivo, sea al chocolate, a café, drogas, seriales televisivos, aficiones,
etc. Flotamos a merced de los impulsos
de atracción o repulsión que mueven nuestro psiquismo. Esta es una tendencia general hasta que
decidimos tomar las riendas de nuestra vida, ser nosotros mismos, que es lo que
queremos hacer ahora al comprometernos firmemente a meditar.
Por eso hemos de
soportar que durante cierto tiempo, al meditar vamos a tener que soportar
distracciones, derivadas de nuestro inmediato pero largo pasado asilvestrado.
5) Porque todavía
no es poderoso el flujo de energías que moviliza la meditación. La meditación que estamos trabajando va
desarrollando nuestra intuición. Por
ella nos identificamos con lo que intuimos.
Esto significa una aportación de creciente energía radiante. radiante.
En la medida en que hay irradiación el efecto de la atracción magnética
de aquello en que meditamos es mayor y las distracciones menores.