miércoles, 21 de mayo de 2014

MEDITACIÓN DEL CENTRAMIENTO



MEDITACIÓN  DEL CENTRAMIENTO


 1 Relaja tu cuerpo, una vez asumida la postura correcta de meditación: tronco erguido columna vertebral lo más vertical posible. Afloja de modo sistemático todo el cuerpo: cabeza, mentón, mejillas, labios, lengua, paladar; la frente y el entrecejo; los ojos; todo el semblante.  Los hombros y los brazos, antebrazos, muñecas y manos.



Observa la respiración amplia y natural afectando a la zona del vientre en la primera parte de la inhalación. Al exhalar lleva la atención al vientre y relájalo. Igualmente relaja muslos, pantorrillas, tobillos y pies.

 

2 Centra la conciencia en la zona del abdomen. Mantente un rato observando la respiración abdominal que haces amplia y natural, no hay otra cosa que observar durante un tiempo.



Después olvida programar la respiración. Déjala que obre por si misma. Observa  que se produce como sin ti, por su propia autonomía.

Al tener todo el cuerpo relajado, es probable que puedas apreciar la impresión de las pulsaciones por alguna zona del cuerpo. Quizás hasta puedas percibirlas en todo él a un tiempo.



La respiración y las pulsaciones te transmiten la experiencia de que la vida te llena; estás empapado de ella. Tú eres su campo de expresión.

Afirma entonces en tu interior:

Yo soy expresión de la Vida, vivo, soy energía”. Pausa.

Capta que la vida se expresa en todos los seres, cada uno actuando con un propósito  definido y siendo fiel a si mismo.



 3 Centra la conciencia en la zona del centro cardíaco. Visualiza ante ti alguna persona o animal doméstico que te movilice ternura o afecto.

Una vez experimentas que esa emoción aparece en ti al prestarle atención, deja que fluya durante un tiempo como tu respiración, olvidando la persona o estímulo que hayas elegido. Permite que ese sentimiento, que es una forma de expresar amor, se manifieste con la misma autonomía y poder natural que ha ocurrido con la Vida a través de la respiración..



Una vez te has identificado como su expresión, visualízate en el centro de varios círculos concéntricos de personas, conectadas contigo por hilos de luz de color rosa. En el primero están tus familiares y amigos, en el segundo tus conocidos, y en el tercero toda la Humanidad.  Respira una o varias respiraciones de amor a cada uno de los círculos. Luego afirma:

”Siento y acepto los lazos que me unen a todos. Amo a  todos incondicionalmente”.  Pausa.



4 Centra la conciencia en la cabeza. Contempla con tu imaginación un bello paisaje. Lo disfrutas, porque te estás dando cuenta de él.

Después de contemplarlo unos instantes, céntrate en el hecho del darte cuenta. Afirma:

“Me alegra darme cuenta del paisaje. Más me alegra el darme cuenta, que lo hace posible. Por él puedo contemplar y conocer. Pausa  Después afirma:

“Yo soy la luz de la Inteligencia, siempre consciente de la Realidad”.

 

5 Ahora mantente muy consciente y repite brevemente tus tres experiencias.

Lleva tu conciencia al vientre y afirma: “Yo soy expresión de la Vida. Vivo, soy energia”.

Lleva tu conciencia al pecho y afirma: “Yo amo a todos incondicionalmente”.

Lleva la conciencia a la cabeza: “Yo soy la Luz de la Inteligencia; siempre consciente de la Realidad”.



Ahora repítelo con los ojos abiertos, como formalizando el compromiso de tu naturaleza ante el mundo objetivo exterior:

“Yo soy expresión de la Vida. Vivo, soy energia”.

“Yo amo a todos incondicionalmente”.

“Yo soy la luz de la Inteligencia, siempre consciente de la Realidad”.



 6 Cierra los ojos por unos instantes y visualízate en cualquier situación con la triple irradiación que ahora vives. Tu propia presencia  proclama, con su manera de ser e irradiar, tu honestidad mental, el amor incondicional y la acción correcta.

 

7 Abre los ojos y advierte que todo sigue igual: tu vida y la del entorno con su misterioso propósito; todos unidos por los lazos con que actúa el amor; y todos asentados en el juego de ser fieles a la Realidad.  Continúa con tu tarea diaria, ahora que sabes que todo sigue igual.










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