ACTIVAR LA ARDIENTE ASPIRACIÓN, Y DEJAR LA MENTE A
UN LADO.
La etapa más importante en la construcción del antakarana o canal de
continuidad de conciencia es la que logra la fusión alma-personalidad de forma estable. Cuando se alcanza, se
obtiene la segunda iniciación. Muchísimas
personas actualmente, sépanlo o no, están en proceso de fusión con el alma.
Como se afirma que durante la Era de Acuario hará su aparición en la Tierra el
Quinto Reino, el reino de las almas, se nos está señalando que ésta etapa será
firme y muy general durante este período que comenzamos. Viviremos en el
supermental, como ahora vivimos con gran dominio de nuestra mente concreta.
La conciencia personal
está situada en el chacra del entrecejo.
Desde allí, y movidos por la ardiente
aspiración por identificarnos con nuestra conciencia superior, orientamos
nuestra atención persistente en la zona superior de la cabeza, allí donde está
situado el chacra coronario, pues en
él se asienta nuestra conciencia superior, súper-mental, el alma.
Al pertenecer esta
conciencia del alma al nivel superior al de la mente concreta-que hasta ahora
es el único que conocemos y utilizamos-, el uso de la mente no nos sirve para
nada. La mente concreta es la creadora de ilusiones: nos presenta pensamientos
sobre la Realidad, tal como ella entiende que pueda ser, diciéndonos que La
conoce.
Pero = que no es lo
mismo un pensamiento sobre tomar el sol, que tomar el sol, así de ilusorio es asumir
que pensar sobre el alma es contactar con ella y conocerla. Pensar en el sol,
ni ilumina y calienta. Por eso se afirma tajantemente que “la mente es la matadora de lo real”. De ahí que se afirme
igualmente que la teología nos sirve
para conocer a Dios, por la misma incapacidad que tiene para conocer lo más
cercano, que es la propia alma.
Lo primero y más importante que podemos hacer para llegar al
conocimiento-fusión con el alma es potenciar
al máximo nuestra ardiente aspiración.
La ardiente aspiración probablemente ha significado en nuestra vida algún tipo
de crisis, pues comporta el cambio de activar deseos para satisfacer nuestros
instintos, buscando el bienestar físico, por el anhelo por la conciencia misma y en su grado más elevado. El motor
del cambio es la ardiente aspiración.
El mundo de la realidad
espiritual está regido por una ley,
la de invocación-evocación, por el “pedid,
y se os dará” que nos enseñó Jesucristo. La fuerza del pedir esta en la
ardiente aspiración. A ello se nos insta, cuando se nos dice: “ama a Dios con
todo tu corazón, con todas tus fuerzas”.
El siguiente paso consiste en mantenerse
en un total silencio receptivo, con la plena confianza de que al llamar, la
puerta se abrirá.
Cuando viene la
respuesta, nos fijamos en el segundo paso que estamos considerando: notar que esa respuesta produce una
impresión, y usar la imaginación para
alcanzar un reconocimiento de la calidad de la energía que responde.
Esto lo tocaremos en la
próxima consideración