A LA
CONCIENCIA SUPERIOR CON ARDIENTE ASPIRACIÓN
Ahora vamos a
considerar la primera etapa del antakarana designada con el nombre de intención. Es la orientación intencional
hacia el alma o conciencia superior, supermental. El Maestro nos indica que
debemos realizar esta orientación poniendo
toda nuestra energía en ello. También afirma que debemos orientarnos hacia el punto más elevado de la conciencia
propia mental. Éste punto más elevado es el alma, porque es nuestra
expresión en el plano más elevado que existe para nuestra subjetividad.
Esto lo podemos
resolver prácticamente de forma sencilla, apelando
a todo el potencial de nuestra aspiración hacia lo superior. Se afirma que
en nuestra evolución debe haber un momento en el que todo el potencial que
empleamos en activar nuestros deseos para fines particulares y personales,
normalmente orientadas a la satisfacción de nuestros instintos, deben transformarse
en aspiración hacia lo interior y superior de la propia conciencia. En su grado
más elevado la reconocemos como “ardiente
aspiración”. El ejemplo de la resolución personal en que ponemos todo el
empeño por el objetivo superior lo encontramos en el llamado “juramento de Buda”: “Podrán romperse todos mis huesos, las
montañas podrán caer sobre mi cabeza, pero yo no me moleste aquí hasta alcanzar
el Nirvana”. También Jesucristo nos hablaba de dejarlo todo por seguirle: “el
que no abandona su padre y a su madre por seguirle, no es digno de Mí”.
De forma práctica podemos
orientarnos utilizando la simbología del
espacio, de modo que el ámbito propio arriba
de la cabeza representa nuestro nivel
supermental donde está el verdadero Yo, el alma.
Es importante este
movimiento hacia arriba con todo nuestro potencial, porque su carácter invocativo produce, por ley, una respuesta de igual
potencia del alma hacia nosotros. En
la cima de la cabeza tenemos el chakra o centro
coronario, donde se sitúa el “loto
de 12 pétalos” con que se expresan las tres cualidades del alma.
La respuesta del alma a nuestra invocación produce la fusión
alma-personalidad. Para formalizar ese momento de invocación y respuesta,
normalmente pronunciamos el mantram Om. Al terminar de pronunciarlo, nos quedamos
en un estado de absoluta quietud mental, apreciando destacado un alto grado de
lucidez sin ningún contenido mental. Esta viene a ser la manifestación de la
respuesta y fusión alma-personalidad.
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