De esta etapa
afirma el Maestro DK que es aquella “en que se le enseña al discípulo (en casos
de emergencia) la forma de llamar la atención del Maestro. Tiene el nombre
peculiar de Discípulo que está en el Sutratma o Hilo" (se llama
sutratma al hilo de la vida, al continuo de energía vital entre la Realidad divina
y cualquier ser manifestado. Sentirse consciente
de ser ese continuo es propio de los seres realizados; se alcanza la
evidencia de ser a un tiempo ser limitado y ser divino).
“El sutratma conduce desde la Jerarquía
y un punto de tensión en Ella hasta
lugares distantes, innumerables planos e incontables corazones. Permite volver a su centro de trabajo y
llegar en el momento deseado al
"Maestro de su vida". Esto
quiere decir que en esta etapa está implicada
la sensibilidad psíquica más elevada.
Se entrevé, por
lo lo que afirma el Maestro en este párrafo, que el discípulo ha alcanzado un
nivel en el que los planos subjetivos son elevados y amplios, y reconoce las
calidades de energías, tanto positivas como negativas, y puede manejarlas con
creciente destreza. Su campo de acción y servicio es mucho mayor, en gran parte
subjetivo, y por tanto puede enfrentarse a situaciones que tiene que resolver y
le pueden desbordar. Es entonces cuando se le concede el privilegio de pedir
ayuda al Maestro.
Conforme
progresamos y ascendemos, el tema de la sensibilidad resulta cada vez más
importante. Afirma que los discípulos
tienen que llegar a ser psíquicos, tanto de poderes inferiores como superiores.
A todos nos gustaría tener poderes síquicos. Y lo que suele constatarse es que
a atraen los inferiores, y no se valora como poderes psíquicos superiores, ni atraen
los que menciona el Maestro DK.
El afirma que
debemos impedir que se nos manifiesten los poderes inferiores, hasta tanto no
estén activas las facultades psíquicas superiores. Dice que al principio es
mejor no poseer las facultades inferiores, que poseerlas. Podemos comprenderlo:
nuestro progreso está en que nuestra conciencia se identifique con el verdadero
yo, el yo supermental, el alma; pero suele ocurrir que, cuando se activan los
poderes inferiores, se refuerza la conciencia personal, lo cual dificulta mucho
lograr “el olvido de sí mismo”. Porque lo que define que un poder psíquico sea
inferior es que sea una facultad que usa la personalidad.
Hoy moviliza tanta
energía la Jerarquía, que muchas facultades psíquicas que estaban dormidas
desde tiempos atlantes vuelven a despertar. El mundo, dice, está entrando en fase de extrema sensibilidad.
Un poder
psíquico inferior que se irá generalizando es el de la visión astral y el
movimiento de la conciencia por su plano. Esto significará una gran revolución para
la Humanidad, porque con el astralismo
consciente desaparecerá rápido el velo entre lo visible y lo invisible. Sólo con
esto, la muerte habrá desaparecido. Con los muertos se podrá contactar
fácilmente, y se verá que están tan vivos como nosotros, cuando nosotros
podamos abstraernos y ascender al plano meramente astral donde ellos en su
mayoría están.
Pero esto producirá
también un período de gran confusión, porque la gente no sabrá distinguir e
interpretar los fenómenos que percibe en el astral. Será difícil comprender que
los seres y cosas con que van a contactar son espejismo; que en realidad no existen,
fuera de los seres humanos desencarnados o que vuelven a encarnar. Por tanto
estos discípulos realizaran una gran tarea, cuando, con sus poderes psíquicos
superiores trasmitan la nueva visión de la realidad sutil y clarifiquen a la Humanidad
cómo moverse en las nuevas dimensiones.
Así que el
discípulo en esta etapa goza de los poderes psíquicos superiores e inferiores.
Y el Maestro nos señala cuáles son los requisitos
que debe cumplir el discípulo para manejarse bien con sus poderes. Refiere
cuatro requisitos:
1. Que al
practicarlos no haya excesivo auto
interés, descontrolando sus pensamientos y aspiraciones.
2. Trabajar impersonalmente: que sus
sentimientos y pensamientos no sean factores controladores, sino que solamente
cuente el bien del grupo.
3. Sentido de proporción en su trabajo; no
fijarse en cuanto contribuye él en el trabajo del Maestro, sino en la tarea
misma y la oportunidad que se le ha dado de realizarla.
4. Vivir en dos planos al mismo tiempo, el
superior y el personal. Y para ello, afirma, es preciso mantener su punto de
tensión espiritual (la conciencia atendiendo a la evidencia más alta), al
tiempo que se trabaja en el aquí y ahora. Si sólo trabaja enfocado en su
personalidad, el punto de tensión
espiritual se le escapará. El discípulo debe cumplir estos requisitos antes
de enseñársele cómo llegar al Maestro a voluntad.
Llamar
la atención del Maestro se concede cuando
se confía en que el discípulo utilizará ese
privilegio únicamente para propósitos de
servicio grupal y nunca para sí. No
importa lo que está haciendo el Maestro
ni cuál es Su preocupación, debe
responder porque al discípulo se le confiere hacerlo cuando lo demanda una
emergencia. El discípulo queda totalmente
inhibido cuando no debe emitir el llamado -inhibición que surge de él mismo, no la impone el
Maestro-; ni lo desea ni lo hace si tiene alguna duda en su mente. Si se
aclama, lo hace por clara percepción
intuitiva, y es un acto de la
voluntad espiritual.
Este
concepto del discípulo en el sutratma o hilo, subyace en las distorsionadas enseñanzas sobre las prerrogativas
y privilegios del sacerdocio y la relación del Papa con Dios, o de los
"elegidos" con la
Deidad. El discípulo en el sutratma y el Maestro y Su Ashrama constituyen ese
ideal latente e insatisfecho, que la conciencia eclesiástica interpreta como
que es la Iglesia. Cuando se erija
la venidera religión mundial alrededor del trabajo y de la actividad de los
discípulos mundiales y conocedores, entonces veremos correctamente
interpretados y realmente expresados estos símbolos, denominados "derechos y prerrogativas del sacerdocio".
En la
próxima entrada reflexionaremos con detalle sobre cuáles son los poderes
psíquicos superiores, y recordaremos algunos de los inferiores.
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