jueves, 12 de junio de 2014

IRRADIACIÓN EN LA MEDITACIÓN Y A LO LARGO DEL DÍA




Durante la meditación la masa cerebral recibe una estimulación sutil, que recibe con una frecuencia energética de ondas lenta, las ondas alfa. Cuando abrimos los ojos la luz que penetra en ellos desde los objetos externos nos afecta con ondas beta, que son de más alta frecuencia. Esto hace que al principio nos dé la impresión de que la meditación sólo es posible mientras estamos con los ojos cerrados, y que se desvanece con las distracciones exteriores en cuanto abrimos los ojos.
Es una indicación de que los contenidos de conciencia que percibimos durante la meditación no están suficientemente impresos en la conciencia cerebral. Ocurre cuando uno empieza a meditar.

En función de la concentración que se va adquiriendo durante la meditación, día tras día, la impresión cerebral es cada vez mayor, y llega el día en que somos capaces de mantenernos con la atención puesta en los contenidos de la meditación, de modo que aparezcan a criterio propio con sólo que queramos contactar con ellos. Pero además, llegamos a advertir que aunque tengamos los ojos abiertos durante la meditación, aunque sea al principio por sólo unos segundos, nos mantenemos concentrados en las experiencias que nos aporta.

Esta etapa la considero importante, porque es el comienzo de pasar de sólo meditar, a meditar como acto formal en el momento del día en que uno se ha propuesto como mejor (a ser posible es mejor elegir un momento por la mañana que por la tarde o por la noche, porque por la mañana la atmósfera mental de la ciudad esta más limpia de formas mentales distractivas, y además nos sirve para “cargar las pilas”, para emprender las tareas del día con buen ánimo), y añadiendo ahora es detenerse por unos segundos en momentos del día para volver a experimentar alguno de los contenidos logrados en la meditación y que más ayudan a revivir un estado elevado.

Se puede constatar que la humanidad cada vez está más sensible a las energías mentales, anímicas y espirituales. Cada vez más gente, al meditar, se apercibe de más experiencias positivas que le vienen durante la meditación y que corroboran que se esta alcanzando algún grado de “irradiación integral”. Hay quienes notan un estado de calma, de paz, de gozo interior; otros aprecian que como su conciencia se sitúa fácilmente arriba de la cabeza, que perciben una experiencia de silencio interior más o menos sutil o profundo; que la masa cerebral está saturada de una suave energía radiante, agradable, y que pueden proyectar o hasta percibir que se traduce en una luz en la cabeza. En otra ocasión hablaremos de los cuatro grados que toma el fenómeno de la luz en la cabeza a que se refiere el Maestro D.K.; Hay quienes constatan que se encuentran con la mente serena, clara y transparente, lo que les lleva a una identidad con su realidad original, sin necesidad de aceptar como suyo ningún pensamiento que hasta el momento le haya podido servir confundirse con él. Es una gran experiencia, porque de esta forma se va eliminando la identificación con el yo ilusorio, con el yo-idea.

Estas experiencias tan positivas que surgen al principio es bueno reconocerlas y apreciarlas, porque nos animan a seguir meditando. No siempre la meditación nos ofrece experiencias claramente destacables, en gran parte porque muchas veces nuestra distracciones pueden ser tan frecuentes que saboteen cualquier intento de éxito en el proceso de meditar. Por eso es conveniente que al comienzo de la meditación, igual que realizamos un ejercicio previo de distensión corporal y la regulación de la respiración que sea amplia y natural, también es conveniente que nos fijemos en cuáles son los problemas que están runruneando en nuestro subconsciente, problemas que tenemos que solucionar y vamos retrasando, para que mentalmente tengamos la firme disposición de darles salida. Cuando nuestra decisión mental está tomada por darle una solución, podemos emplazarlo hasta colocar algún tipo de programación, como por ejemplo diciéndose “este problema ya esta solucionado porque ya voy a comenzar a dar los pasos tal día, para que suceda”. Advertiremos que, si lo hacemos, nuestro subconsciente no nos va minar la meditación con pensamientos distractivos respecto a ello, y por tanto nos garantizamos una mejor calidad de concentración al comenzar a meditar.

A mejores meditaciones, más calidad y elevación en los momentos en que durante el día volvemos a revivir alguna de sus experiencias. Esto nos llevará a tener más momentos durante el día en que nos fijemos en el estado de meditación. De ahí pasaremos a esa etapa que viene en llamarse “estado meditativo”. Va a costar tiempo alcanzar esta etapa, y quien lo logra puede ponerse alguna medalla (que se la va a quitar en cuanto se de cuenta de que se la quiere poner el yo ilusorio).  Esta etapa significa que el estado de “irradiación integral” va perdurando a lo largo del día. Como esta etapa es más fácil que surja cuando se esta realizando una meditación que tiene como objetivo la fusión con el alma o su expresión, se puede afirmar que, cuando se logra este estado meditativo, se esta a un paso de vivir en la etapa que formalmente se denomina de “polarización mental”, es decir el momento en que se esta con la conciencia siempre en el supermental.



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