La tercera etapa en la
construcción del puente o antakarana que conduce desde la conciencia personal
hasta la Realidad, la designa el Maestro DK como el proceso de “proyección”.
Aunque, al presentar el aspecto
técnico puede dar la impresión de que uno fácilmente podría llegar a conseguir
este elevadísimo estado de identidad con lo divino, en realidad se trata de un
proceso viviente que se realiza diariamente, y depende de en qué medida
expresamos los aspectos divinos en el plano físico.
Cuando técnicamente
se domina el proceso, obteniendo una buena visualización,
construyendo la forma deseada y organizando la sustancia a emplear, mucha
gente es incapaz de continuar y la razón de ello es que todavía no se ha desarrollado suficientemente la voluntad.
Cuando el
discípulo ha obtenido el fruto de la experiencia, el conocimiento, y aprende a transmutarlo en sabiduría;
cuando su objetivo es vivir verdadera y realmente,
y
cuando la voluntad al bien es la meta que corona
su vida diaria,
entonces puede empezar a evocar la Voluntad.
El desarrollo de esta voluntad se
traduce en acercar la vida de la personalidad a las
demandas del alma y el empleo del
intelecto en bien de la humanidad; ahora el amor comienza a controlar; y se comprende el significado del "sacrificio divino", el cual
viene a entenderse como la expresión espontánea de la intención
individual. Sacrificio es entonces la
realización de un estado de bienaventuranza y éxtasis, porque es la comprensión
y el reconocimiento de la voluntad al
bien, que hizo posible e inevitable la creación, verdadera causa de la
manifestación.
Esto lo hace
cuando los pétalos
de sacrificio del loto egoico asumen el control de su vida,
cuando su conocimiento es trasmutado en sabiduría,
cuando su conocimiento es trasmutado en sabiduría,
cuando se
acrecienta su amor para el todo y suma a ello el "poder del
renunciamiento".
Con esta voluntad activa produciendo tales
cambios, se establece la vibración en los niveles inferiores de la
manifestación divina, y es tan fuerte que obtiene respuesta de lo superior.
Con
el conjuntado triple impulso personalidad-alma-Palabra, la sustancia organizada se
impele hacia arriba, proyectando un hilo hacia la Realidad espiritual. La
vibración es tan fuerte, que obtiene respuesta de lo superior, respuesta que actúa
como percepción intuitiva de lo que se expresa con la Palabra de Poder, que al
conocerla y emplearla correctamente construye
rápidamente el puente.
Para esta etapa es
preciso desarrollar una combinación de
voluntad, visualización acrecentada y continua, y el empleo de la Palabra de
Poder. Técnicamente e intuitivamente se ha de llegar a reconocer cual es la
calidad específica de la energía de la propia alma (una de entre las siete que
la pueden cualificar). Es entonces cuando se obtiene el poder de la Palabra al
pronunciarla. Entonces sucede el reconocimiento propio de la Tercera Iniciación.
El Maestro nos
ofrece cuáles son estas siete Palabras, de modo que pronunciando la apropiada a
la energía de la propia alma, con esa aportación suplementaria, se alcanza la
experiencia de la Tríada espiritual.
Las siete palabras de poder, aplicadas a
cada uno de los siete Rayos son las siguientes:
1er rayo: "YO AFIRMO LA REALIDAD”.
2º rayo: “VEO LA MÁXIMA LUZ”.
3er rayo: “YO SOY EL PROPÓSlTO MISMO".
4º rayo: “DOS SE FUSIONAN EN UNO".
5º rayo: "TRES MENTES SE UNEN”,
6º rayo: “LO SUPERIOR CONTROLA".
7º rayo: “LO SUPERIOR Y LO INFERIOR SE UNEN".
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