La primera etapa
consiste en “que la personalidad mueva ficha”, que realice un impulso de máxima tensión posible en
su mente, manteniéndose así como algo de máximo
interés para ella. Un interés persistente.
Para ello valen expresiones tales como: “elevar
la conciencia al centro de la cabeza” (al centro de energía que otros
llaman el coronario), “mantener la
conciencia en.el punto más elevado posible”, “esforzarse por mantener la mente firme en la luz”. Es, pues, un estado intenso medirtativo.
Esto significa que la conciencia se orienta hacia el alma, o –si ya ha alcanzado la
fusión con el alma- hacia el Triada
espiritual –la percepción en el seno de la propia identidad de ser punto de revelación
de la totalidad de la Inteligencia Creadora, centro del océano de Unidad-Amor
que todo lo cohesiona, y punto nuclear de la Vida de la que nuestro planeta es
expresión.
Esta intención pone
a la mente en actitud receptiva, de
modo que la impresión que le llegue del alma o de la Triada, como respuesta a
su interés, se resuelva en un conocimiento interior evidente.
El Maestro nos
ilustra cómo afectará esta evidencia a la mente. La mente concreta no puede
alcanzar la percepción que por naturaleza es super-mental. La mente que usamos –si
nos fijamos un poco- es separativa: para conocer tiene que colocar ante su
consideración el objeto de conocimiento, abstrayéndolo de todo lo que no sea
mero concepto (una pera puede ser conocida, pero tal conocimiento no nos aporta
su sabor, dulzura, forma, peso, etc.) Uno no se convierte en pera, al conocerla.
A la conciencia que usa la mente le llegan impresiones, pero con la mente no
las puede saborear, conocer en si mismas.
Pero, dice el
Maestro, poseemos otra facultad, la de
la visualización, que en los niveles más sutiles se activa en nuestra
conciencia cuando la impresionan estímulos superiores. Estos estímulos suceden,
si incitamos suficiente para que aparezcan. Por ley, si insistimos, a la pregunta le llega la respuesta. De
esta ley hablaba Jesucristo cuando nos decía: “pedid y se os dará; llamad, y se os abrirá”
El alma responde estimulando una imagen.
Esta imagen resulta simbólica. Quiere esto decir que, cuando la conciencia
mental la capta, sabe a lo que se refiere, De este modo, en esta primera etapa,
ya se está preparando para la segunda, que es la etapa llamada de la “visualización”.
Esta atención mental
persistente de la conciencia producirá que, cuando llegue el aflujo de energías
con la revelación de lo que es, se
transforme y eleve la calidad del conocimiento. A esto se le llama “la mente iluminada”. La mente quedará
inmersa en una super-lucidez cuando llegue la respuesta, y advertirá que en el
centro de la conciencia que es, se abren los cielos: ahora sabe qué es en
realidad, solo que antes no se apercibía de ello.
Esta “intención” obra como la formación de un
nido acogedor, creando un cúmulo de sustancia mental permanente,
orientado a recibir de lo superior, el acontecimiento más importante de su vida. Eso es así, y hasta tanto no entienda y viva que lo quiere como lo más importante, lo
más importante no le llegará.
Ahora, durante
este tiempo, piensa con claridad sobre el proceso y se mantiene expectante.
Así es como sucederá
inesperadamente la segunda etapa, la de la visualización, sobre la que llevaremos
la próxima vez nuestra consideración.
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